lunes, 22 de marzo de 2010

Abrir los oídos a Lautreamont


"Aquí hay quienes escriben para conseguir los aplausos de los hombres, por medio de nobles cualidades del co­razón que la imaginación inventa o que ellos puedan te­ner. ¡ Yo hago servir mi genio para pintar las delicias de la crueldad! Delicias no pasajeras ni artificiales, si­no que, al comenzar con el hombre, terminarán con él. ¿No puede el genio aliarse con la crueldad en las resoluciones secretas de la Providencia? ¿O porque se sea cruel se tiene que carecer de genio? La prueba se verá en mis palabras; vosotros sólo tenéis que escuchar­me, si queréis… Perdón, me pareció que los cabellos se me habían erizado, pero no es nada, pues con mi mano he conseguido colocarlos fácilmente en su pri­mera posición. El que canta no pretende que sus cava­tinas sean algo desconocido, al contrario, se satisface de que los pensamientos altivos y perversos de su hé­roe estén en todos los hombres’.

Conde de Lautreamont

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