martes, 24 de abril de 2012

Marco Fonz frente al espejo

Se descubre un día en medio del camino. Esto no sería nada raro, de hecho es un lugar común entre encrucijadas y escapes de asfalto. Pero el elemento nuevo bajo el sol sería: Un espejo. Nada mas aterrador que un espejo. Refleja pero no dice la verdad. Nos observamos pero somos ineficientes en el acto sencillo de observar y nombrar lo observado. El leve acercamiento nunca seremos nosotros. Sobrevivir a esta primera impresión, retratar en la visión el autorretrato inacabado. Salir con chispas de ese contacto fugaz y saber que nunca más se volverá ese segundo. A ese flechazo de la luz con su sombra. Amordidas del espejo, arañazos del espejo, grito del espejo que se vuelve una cara. Así, lo magnífico se muda a otra parte y se está uno quieto para ver si sale otro, otra cosa, otro símbolo que descifrar otra idea otra imagen otra floración otro mineral aéreo otro comienzo. Pero nada, solo se está ahí, eso, tú, yo, él y su reflejo. Nada de querencia, cruda carne, nada de sonreír, cruda carne, el espejo es carne cruda. Decadencia finita. Limitado paraíso, todo es la espalda con rostro. Si me crees verás que ese soy yo. Se descubre un día que todo ha desaparecido.