lunes, 26 de marzo de 2012

Carlos Edmundo de Ory un diálogo peregrino


Carlos Edmundo de Ory y dos collages míos junto con araña futuro:




Un diálogo peregrino

Para Laura Lachéroy de Ory

Tomados del brazo, caminamos por entre las tumbas del cementerio de La Madeleine. Después de visitar la tumba de Julio Verne, que en ese momento hervía de flores. Carlos comentó que era extraño, que nunca habían sacado una foto en esas circunstancias. Carlos Edmundo de Ory era un hombre que gustaba de los mágicos rituales mágicos y uno de ellos era llevar a sus invitados a tomarles una foto, junto a él y Laura, en la tumba del viejo Verne. Caminamos y continuaba el diálogo del día anterior, diálogo lúdico y lleno de misterio y de sonrisas. Sonreír era el otro gusto del poeta. Jugar, platicar, mostrar lo invisible. Preguntaba, todo el tiempo preguntaba, interesado en todos los temas posibles. Compartía, otro gusto de Ory, compartir.
Si me imagino de lleno a un poeta humano, humanamente humano, vendría a mi imaginación la figura luminosa de Carlos Edmundo de Ory. No gustaba de los premios, ni de las entrevistas y tampoco de los homenajes, aunque asistió a alguno. Le gustaba querer pero no gustaba de los huecos aduladores o fanáticos de su persona u obra. Se alejaba del mundo para querer al mundo y para crear sus mundos y ofrecerlos cálidamente.
Creador de uno de los “ismos” más extraños y controvertidos de los últimos que surgieron en Europa y el menos difundido. El Postismo. El movimiento postista llegó a México en el año del 2008, en una coedición de Editorial Andrógino y Ediciones sin nombre. Carlos recibió emocionado el libro La mano en la espalda, que reúne los cuatro manifiestos postistas. El primero de ellos se publicó en Madrid en 1945. Año del lanzamiento del Postismo.
La relación de Ory con México siempre estuvo presente: “Pues, yo mismo, Carlos, sé mucho de México y su poesía desde mi niñez gracias a mi padre Eduardo de Ory. Cuando estuvisteis en casa, "el otro día", no se me ocurrió poner ante vuestros ojos el precioso libro de oro de mi padre, edición de M. Aguilar, Madrid 1936, titulado como tenía que ser ANTOLOGÍA DE LA POESÍA MEXICANA. Por orden alfabético desde Acuña (Manuel) n.1849, hasta Zayas Enrique (Rafael) n. 1848. La dedicatoria dice: "A la memoria del inmortal poeta AMADO NERVO mi inolvidable y gran amigo.
E de Ory"”
Efraín Huerta y Octavio Paz, enviaban sus libros a Carlos. Él gustaba más de la poesía de Efraín Huerta. Para mí fue muy grato encontrar en la biblioteca de Huerta cuatro libros de Ory dedicados al poeta mexicano, con esa forma tan llena de colores y de figuras que tenía costumbre hacer en la portadilla de sus libros dedicados. Otros poetas mexicanos que conocía Ory eran: Pedro Damián, Víctor Monjarás, Mario Santiago Papasquiaro. Incluyendo el gusto por la poesía de Roberto Bolaño y de Bruno Montané, que vivieron un tiempo en México. Gran lector de poesía, recomendaba leer un poemario no como se revisa un almanaque, sino había que practicar el brinco de poema a poema, en diferentes días y a distintas horas. Leer uno o dos, cerrar el libro, acomodar el poema en el espíritu y después volver al poemario, abrirlo y dejarse llevar por la luz o la oscuridad del poema en turno. Y así hasta concluirlo en algún momento.
Cuando lo busqué en su casa de Thézy, él estaba solo y abrió la pequeña ventana de su puerta, y después de identificarnos, comentó: que era, yo, más inteligente que los gaditanos. Por haber dado con él, con Laura y la dirección de su casa sólo siguiendo la intuición y los mapas cósmicos de los vasos comunicantes. Le observé sentado en su sillón y comenté que al verle tenía unas ganas inmensas de llorar de gusto y él me dijo que: “si Homero no censuraba a los hombres que lloran tampoco él lo haría” después me pidió que leyera uno de mis poemas. Le gustó. Después me bautizó como un: extriste o como el ogro inteligente. Palabras, era un excelente malabarista de palabras e imágenes. Y como Byron un gran coleccionista de palabras y también de caballos, juguetes y otros objetos de magia o de arte.
No podría elegir a uno de sus libros como favorito. Todos me hablan, todos me seducen de forma distinta. Sus cuentos, poemas, ensayos, todo tiene ese algo especial de lo magnífico. Pero existe algo muy particular y casi embrujante, en sus diarios. Sus diarios son poesía pura de donde nace la vida y la muerte. Tal belleza sólo puede pertenecer al jardín de un genio. Y lo digo con la certeza y seguridad de que es verdad. Un genio humilde. Sus diarios, que detalladamente nos muestran paso a paso, hora a día, las vicisitudes que el poeta tuvo que pasar para encontrarse y cumplir su hermosa misión aquí en la tierra y en la literatura.
Una vez le escribí quejándome de la indiferencia de algunos poetas mexicanos hacia diversos temas o quejándome sobre la corrupción de ciertos poetas, él me contestó: “La poesía si verdadera se paga. Platica más con los poetas muertos que con los vivos.”
Dormí junto a los cuadernos forrados de negro en donde escribía su diario. Los originales que cargaba de un lado a otro, de un país a otro, de un estado de ánimo a otra visión. Hasta que por fin se instaló en Thézy: “Vivo en Francia desde hace mucho tiempo. En París, ya lo sabéis por el Diario. De París me trasladé a la capital de Picardía, Amiens desde 1967 y con Laura mi compañera, pintora, desde 1972. Vivimos desde 1990 en una aldea llamada Thézy-Glimont a 13 km de Amiens en casa propia.”
Cádiz, Madrid, París, Perú, Amiens, vieron ir y venir al poeta en alegre y a veces trágico, desde la visión poética, periplo. Lo constante era su poesía, su sino, su genialidad jocosa. Su amor por los amigos, siempre rodeado de amigos y gente que le quiere. Y él a su vez queriéndolos a todos. Como el mar abraza, como la tierra recibe, como el cielo dignifica la claridad de la frente. Carlos Edmundo de Ory era un mundo de entrega. En lo personal pasear por entre las tumbas y jugar a decir palabras serias, alegres, apesadumbradas, luminosas, fue una lección de vida y de literatura. Jugar para saborear el lenguaje. La bella pronunciación de las cosas junto a un demiurgo.
Con Carlos y Laura compartimos libros, poemas, viajes, collages, e intercambiamos visiones, gustos, sueños, palabras. En el 2004 comenzamos un diálogo que Carlos llamó, en uno de sus mensajes, diálogo peregrino. Y eso es nuestra larga plática. Un diálogo peregrino. Que afortunadamente continúa. Seguimos conversando: Laura, Carlos y yo. Continuamos con el ir y venir del mensaje, de poemas, de pulsaciones que imagino, compartirán los muchos otros lectores. Quien se acerque a su obra comenzará, como yo lo hice en algún momento, a conversar con este bello poeta. Poeta humanamente humano que me sonrió un día y que no ha dejado de hacerlo. Poeta que me abrió su casa, su poesía y su corazón. Que me presentó a mí mismo como poeta, que me enseñó que siempre se puede mostrar uno de muchas formas pero que sólo se puede ser uno mismo de una sola manera: Fiel a la pulsación creativa, fiel al poema.
Carlos y Laura escribieron: Sabed, ojos míos, ajos míos, hijos míos, que Karl Borromäus y Laura de Noves, novios diarios y nocturnos, paganos de la luna y el sol y el arco iris, os quieren
mucho
mecha
macho
y esperan que nos veamos el día siempre pensado

Carlos y Laura

Marco Fonz
Marzo, 2011, México

viernes, 23 de marzo de 2012

John Ashbery/ Visto por José Antonio Ramírez


VIERNES, SEPTIEMBRE 03, 2004

La inquietante poesía de John Ashbery


Mi último descubrimiento en poesía es también mi última admiración: John Ashbery, cuyo nombre me había sonado alguna vez, pero al que no había prestado atención. En el "Babelia" del pasado día 17 de abril, su foto venía en portada, y dentro, una entrevista con él por Eduardo Lago, una reseña breve de él mismo, y la reseña de dos libros que acaban de salir por Marta Pessarrodona: Pirografía y Una ola, en Visor y Lumen, respectivamente. También se nos ofrece un inédito, dentro de la galería de Babel, "Gente interesante de Terranova"( 2003), en donde se pone de manifiesto su prosaísmo, esa llaneza que a más de uno puede extrañar, si se está acostumbrado a cierto lirismo. En la página 4 hay un puñado de enlaces a sitios de la Red en donde se puede encontrar material sobre él y otros poetas norteamericanos. O sea, como introducción, más no se puede pedir..., bueno, no es un monográfico de la revista "Quimera", pero...

La entrevista es muy buena pues en ella salen cosas sobre su forma de trabajar, pero también sobre su carácter: su simpatía, su sentido del humor, su capacidad para explicar su propia poesía, de la mejor manera posible. En resumen, su poesía se caracteriza por la fragmentación (algo muy posmoderno), su falta de lógica--pero no por una sintaxis rota, jejeje, él mismo se defiende de esta acusación--, su musicalidad en el sentido de que intenta expresar verbalmente algo que sólo se puede comunicar de forma no verbal, como hace la música--y él reconoce intensa afinidad con compositores como Cage o Carter--. Se le cita a Cage en El silencio:

No tengo nada que decir y lo estoy diciendo y eso es poesía

y esto mismo es la mejor definición de su manera de trabajar: y como su admirado Elliott Carter, el nonagenario, sigue al pie del cañón (aunque él sólo tiene 77 años), ya que, dice, la misión del poeta es escribir poesía.

Ashbery gusta mucho de las frases hechas, de los tópicos, dice que esto le sirve para hacer su poesía más democrática--A. está en la corriente del pionero Whitman, pues gusta de hablar de todo, y no obstante, ha sido tachado a veces de minoritario, de que su poesía es altiva--. También su gusto por el collage, la acumulación y el misterio --lecturas de Jacob Böhme y otros místicos-- entronca con el surrealismo y la vanguardia artística del panorama neoyorquino, de hecho estuvo en contacto con Frank O' Hara y otros, pero él no es tan visual, es más sonoro... De alguna forma, Ashbery le tiende la mano a Auden en su gusto por lo simple, lo hermoso y lo mágico, en su diálogo con la tradición y en su mantenerse en el presente en lugar de escapar hacia territorios, éstos sí, altivos y elitistas. Dice Eduardo Lago:

Ashbery era un perfecto desconocido cuando en 1956 cayó en manos de W. H. Auden el manuscrito de Unos árboles. Inmediatamente, decidió publicarlo. "¿Es posible escribir poesía hoy?", se pregunta el poeta inglés en el prólogo. Recordando que sólo es merecedor del título de poeta quien sepa regresar a las regiones de lo sagrado, le da la bienvenida al nuevo autor, precisando: "De Rimbaud a Ashbery la imaginación sigue aferrada a los valores de lo mágico". Enigmático, multidimensional, abierto a los caprichos del azar, el hacer poético de Ashbery se nutre de dos fuentes. Por un parte, la tradición anglosajona, en un arco que va de Wordsworth a Auden, y entronca con el legado del romanticismo norteamericano, incorporando esta vez desde Whitman hasta Wallace Stevens. Por otra, la propuesta de la vanguardia, tanto artística (Pollock, Rothko) como musical (Carter, Cage). A modo de puente, una vía que integra el legado de Francia, del simbolismo al surrealismo. Con el revolucionario Autorretrato en un espejo convexo (1975), lo que puso patas arriba el apacible y recluido reino de la poesía. Además de acaparar la triple corona de los premios más importantes de su país: el Nacional, el de la Crítica y el Pulitzer, Ashbery logró despertar el interés del gran público. A propósito de este libro, Paul Auster escribió: "Pocos poetas poseen hoy día su misteriosa habilidad para socavar nuestras certidumbres, para articular tan plenamente las zonas más ambiguas de nuestra conciencia".

Como ya está bien de tanta teoría y tanto prólogo, pongo unos versos que pueden dar una idea de cómo es su obra. Es una de las citas iniciales de El catalejo lacado de Philip Pullman:

Unos sutiles vahos escapan de lo que hicieren los vivos.
La noche es fría, delicada y llena de ángeles
que golpean a los vivos. Las fábricas están iluminadas,
el carrillón suena en lo alto.
Por fin estamos juntos, aunque lejos uno de otro.

(de The Ecclesiast)

Este último verso está muy bien escogido por el novelista inglés, pues el lector comprobará que va como anillo al dedo para describir la situación de los jóvenes protagonistas al final de la obra y de la trilogía. Estar juntos, pero lejos..., eso es algo que yo también sé bien: el amor es misterioso si hay una distancia que separa a los amantes, aunque en estos tiempos la tecnología ayuda bastante a limar ese abismo físico... Ya no en diferentes mundos, en regiones por las que una ventana pone en comunicación a los que no pueden dejar de pensar el uno en el otro. Esa parte final de la novela de P. desde luego está inspirada en versos e incluso diría que la obra entera de Ashbery, el poeta de la sugerencia, la magia, el toque efectivo, la descripción exacta. Sin esto, ¿qué puede decirse que valga la pena, que haga sentido? Lo que cuenta es el sentimiento, el goce estético, no "entender". En el amor, es algo que viene, pero que no podemos comprender. Como el roce del ala del ángel, y el diálogo en ese banco del Jardín Botánico, sólo una hora al año, pero que puede ser suficientemente intenso; o el encuentro dentro de un año, en esa misma estación, que se prometen los enamorados de Antes de amanecer, el film de Richard Linklater.


Líneas del desierto

What Is Poetry
John Ashbery
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The medieval town, with frieze
Of boy scouts from Nagoya? The snow
That came when we wanted it to snow?
Beautiful images? Trying to avoid

Ideas, as in this poem? But we
Go back to them as to a wife, leaving

The mistress we desire? Now they
Will have to believe it

As we believed it. In school
All the thought got combed out:

What was left was like a field.
Shut your eyes, and you can feel it for miles around.

Now open them on a thin vertical path.
It might give us--what?--some flowers soon?
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Leyendo algunos de sus poemas en la Red, uno se da cuenta enseguida de esa lógica lúgubre (Lautréamont) que es marca de la casa, esa dificultad para entender lo que nos dice Ashbery, que en muchos momentos es decididamente hermético, aunque luego diga lo contrario... Hay tal acumulación de elementos, y colocados de tal forma, que es imposible deslizarse por las resbaladizas líneas, y es como en esos cuartetos de Carter, sobre todo el primero, con el desierto en donde lo compuso al fondo, en donde cada instrumento lleva su parte de forma independiente, cada uno conversa consigo mismo en una suerte de monólogo-con-otro, que es también la sensación que presta Ashbery, el Encantador. Cuando acaba el discurso, sin embargo, queda una sensación fuerte de algo áspero que nos roza e incluso nos provoca una desazón extraña, porque se abrió una zona más oscura allá en la parte de atrás... Como Carter, con sus melodías extrañas y sus homenajes a todo el mundo del pasado, Ashbery sostiene un fragmento, un recuerdo fugaz, y nos lo coloca en la línea, como si formara parte del mismo universo, cuando en realidad ha estallado en otro sueño, en una primavera distinta.

***
At North Farm

Somewhere someone is traveling furiously toward you,
At incredible speed, traveling day and night,
Through blizzards and desert heat, across torrents, through narrow passes.
But will he know where to find you,
Recognize you when he sees you,
Give you the thing he has for you?

Hardly anything grows here,
Yet the granaries are bursting with meal,
The sacks of meal piled to the rafters.
The streams run with sweetness, fattening fish;
Birds darken the sky. Is it enough
That the dish of milk is set out at night,
That we think of him sometimes,
Sometimes and always, with mixed feelings?
-----------------------------------
John Ashbery

Este magnífico poema aparece al comienzo de la antología Una ola.

Sigo pensando que en poesía como ésta reside el secreto de la fascinación que la poesía ejerce--sobre mí--. Y le doy la razón también a Brodsky, cuando habla de tres clases de críticos, los ignorantes, los conchabados con alguna editorial o grupo de intereses, y los que crean con sus reseñas o artículos, al punto de que bastaría leer ese escrito en vez del libro, jeje... En esta última categoría entra el propio B., Andrés Ibáñez y Juan Francisco Ferré, todos ellos creadores, poetas, a su manera...

La obra que lo dio a conocer, Autorretrato... también está en Visor, y Diagrama del flujo en Cátedra, 1994. Leed y disfrutad: es sólo un sentimiento.

Juan Antonio Ramírez

jueves, 15 de marzo de 2012

Uno de Brecht por dos de Poesía Inconexa




Bertolt Brecht/ Uno de dos de tres: Diálogos desde 1921 con la Poesía Inconexa:


Para los poetas con miedo que siempre han existido y que siguen existiendo y que piden con voz temblorosa: “No lo hagas, no cambies nada, ¿para qué pelear? mejor dedícate a tus poemas…” contesto como si platicara con Brecht:


Los ritmos irregulares dan la oportunidad al poema de que adopte su propia forma, la forma que le dicta su emoción. Yo nunca sentí que apartarme de los ritmos regulares significara que me estaba apartando de la poesía. La estética prevaleciente quería restringir la poesía a ser una mera expresión del sentimiento y, la verdad, no me impresionaba mucho lo que leía de mis contemporáneos, ni tenía en mejor estima a la estética de mi tiempo. El resultado fue que aparecieron nuevos caminos…


Esos caminos son los que la Poesía Inconexa ha encontrado sanos y salvos, afortunadamente, y que la poesía del estado con su estética inamovible no han logrado obstruir. Es increíble como durante tantos años los poetas del erario público no han dejado respirar libremente a poetas como Ramón Martínez Ocaranza, Juan Martínez, Orlando Guillén, José Vicente Anaya, Jesús Arellano, algunos infrarrealistas y otros poetas mexicanos que andan por esos viejos vicios de los descubridores de Raros o como yo los llamo: Los Yacientes. Así nos daríamos cuenta que con estos poetas se inicia una verdadera estética que podríamos llamar Poesía Mexicana.

Un poema de Bertolt Brecht:


Malos tiempos para la poesía


Sí, lo sé: sólo el hombre feliz
Cae bien. Su voz
Es dulce al oído. Su rostro es agradable.

El árbol del jardín
Muestra que la tierra es pobre y sin embargo
Los paseantes lo maldicen por esto mismo.
Y con razón.

Nadie nota los barcos verdes ni las velas bailarinas
Del estrecho. Y de todo esto
Sólo miro la vieja red del pescador.
¿Por qué sólo me acuerdo
De una campesina encorvada a los cuarenta?
Los pechos de las jovencitas
Son tan cálidos como siempre.

(El silbido del viento entre los alisos
Sería más que suficiente.
¿Por qué, entonces, sólo puedo pensar en la guerra?)
En el poema, una rima
Me parecía casi una insolencia.

En mí combaten
El placer ante un manzano en flor
Y el espanto por lo que dice el pintor de brocha gorda.
Pero sólo el segundo
Me hace volver a mis tareas.



Pintor de brocha gorda, poeta de brocha gorda, no tengas miedo ni sufras temores porque exista otro tipo de poema. La libertad creativa no es un derecho, la libertad creativa es la existencia misma, es el todo. Y esa libertad se vive y ¡ya!. Así presenciar el nacimiento y que se manifieste todo tipo de voces y estilos no es ningún peligro para la poesía, por el contrario es el humus que la nutre. Den paso caballeros de los ojos policiales a que anden los poemas y los poetas que quieran estar desnudos y sucios. Todo, ya lo deberían de saber, es pasajero. Relajación por el resto de nuestros días.

martes, 6 de marzo de 2012

Roberto Bolaño/ un poema

Para aquellos y aquellas que alguna vez quisieron ser poetas y todavía son miedo:





Generación de los párpados eléctricos
/ Irlandesa No. 2
Constelación Sanjinés

ese halo de luz naranja pudo haber sido una gran poeta
esa muchacha que estudia el último semestre de Biología y cena
en el Maxim´s del subdesarrollo y fornica a media noche
en un edificio de cristal y vomita en la madrugada con sudores
pudo haber sido una gran poeta
pudo haber sido una amazona y pudo galopar en cierta manera
libre hasta que la hubieran derribado de un balazo entre los senos
-esa mujer que vive con su esposo un paisaje de barrios cercándolos
agradable monotonía de los desayunos americanos
envejeciendo irremediable entre la dureza del lirismo nazi
y sagas que cantan nuevas juventudes –chicos picados de viruela
o atomic morphine
esa mujer que llora en el laboratorio mientras las calles
arden y yo caigo, pudo haber sido una poeta
estamos muertos, nosotros somos los muertos
se oirá en esos días
su cuerpo blanco se mecerá se mecerá
mientras un falo va abriendo su vagina se mecerá se mecerá
sus ojos serán un desierto
-dios mío, sálvate
esa mujer de 30 años nunca tendrá un hijo, esa mujer
de 35 años irá al supermarket con un vestido de flores azules
-¿pero venderán mis poemas en la sección libros
y mi carne destazada en conservas, en verduras,
en ropas-para-el-invierno?
esa mujer de 40 años blasfemando y riendo incrédula
mira, se acabó la menstruación, se acabó
oh multitudes de los grandes funerales niños de los grandes
acontecimientos deportivos muchachos de las futuras
concentraciones en campos de rock
una nube roja se fragmenta por ustedes
esa mujer detenida en una silla
sin duda recuerda por última vez a su primer compañero
-los adolescentes de diamante
y aunque su psicoanalista, su esposa, la esposa del psicoanalista
y su madre conversen sobre la pacificación de los días
la desaparición de la peste
ella siente
que los motines volverán que la han vencido
esa vieja ocupada en su manicomio
sintiendo próxima su muerte y que en realidad
quisiera volver atrás, a una verdadera cama
ese halo de luz naranja que se apaga
sin alegría ni sufrimiento
pudo haber sido una gran poeta
la más amorosa
amada
mía


Roberto Bolaño