viernes, 7 de junio de 2013

Sobre Marco Fonz y Nono de Panópolis de Mauro Hernández Fuantos

dibujo de Corina del Carmel




Dos amigos ermitaños se encuentran de un milenio al otro


(Nono de Panópolis siendo egipcio también es griego y todavía conoció parte de Asia menor. Sus dos grandes obras, las que llegaron a nosotros, son variantes de otras obras, de ideas de otros autores, Homero y San Juan. Marco Fonz para ser mexicano (me consta su preocupación por la aparente inexistencia de una poética mexicana) se comparte con Latinoamérica, ahora vive en Ecuador. Y no es la única vez en su vida que se ha repatriado. Esto para hablar de sus similitudes.)
(En este libro un Nono expectante (que también es nueve, que también es ermitaño, que también es abuelo, qué también es egipcio, griego, católico copto) se nutre del mundo, de la obra de otros, de él mismo para ser parte del tránsito del gozo/entre dios y hombre. Dispuesto a curtirse para dar su paso hacia el vórtice.
Marco, para enfrentarse a la parte de vacío que le tocó, funde la luz de su faro con la de otros eremitas: si algo le gusta es leer, luego el diálogo con sus textos. La crítica consciente después de la inconsciente; después de saborear los sueños, calibrarlos. Sabe bien que nada es nuevo, que todo ya estuvo aquí. El sol también se ha repetido pero nosotros no podemos ni siquiera comprobar que las montañas antes fueron éter.
¿Entonces qué queda? Tomar las partes que podamos comer las que gustan y las que no. Así la poética de las variaciones. Que al admitir la paráfrasis ratifica el diálogo.)

(Hombre, si me escuchas allá afuera
sigue el curso del clima
y come la carne cruda del poema.)

(¿Por qué este poema parece un hombre? Porque vive y dialoga; también llegará a morir. Puede ser uno de esos focos rotos por los otros más torpes; por los otros hombres de la edad que no ven y aplastan como un elefante soberbio.)
(Las grandes ideas, los grandes conocimientos ya están aquí y allá. No se trata de tomar un atajo y usar los caminos allanados. Para ir hacia adelante sólo hay que dejarse llevar. Entender a los maestros es ver la propia radiografía.)

(Si con los épicos reyes comenzamos
tal vez abandonar desde / ya/ la ciudad condal
y seguir la ruta invisible de las caravanas
y darle una buena mordida a la carne de la imaginación.)

(La confrontación de ideas es importante. Marco Fonz no le teme a discutir, a ser influenciado por otros:)

(Si sabes de lo que estoy hablando
retírate un poco más
y si no,
ven,
escuchemos atentamente
lo que nos tenemos que decir:)

(Pero a pocas personas les gusta repetir las cosas; a él no. Se debería entender: ya lo hicieron. Y no es un deber mejorarlo, hacerlo del modo contrario tampoco. Hacer, poiésis. Hacerlo a nuestro modo ¿Pero cuál modo es el nuestro, el individual? ¿”Yo es otro”, y poner un nuevo espejo paralelo? ¡No! mejor vamos hacia todos lados; también hacia dentro y no solamente a las rupturas y las contraposiciones. Para ser un creador imaginativo tenemos que engullir lo anterior. No romperlo ni tirarlo sino conocer, masticar feroces para poder digerirlo y, claro, en algún momento habrá que desechar.)
(El noveno arcano no indica que la iluminación esté próxima, sino todo lo contrario. La búsqueda del ermitaño está lejana y tiene que ver el mundo para estar satisfecho. Lo que desea es su propio río y no las alforjas de los otros viajantes. Porque hay quienes creen en la originalidad pero lo original para ellos es ser lo primero. “Sin venir de ninguna furia en particular/siembran flores con la mirada”. Y quieren engañar al lector con una mala asimilación de las vanguardias: “Nada pateo: no existes”. Así nos dice el poema Hombres de mi edad: (Pequeña biografía de hombres desconocidos).)
(Marco, a diferencia, aprovecha las luciérnagas que ha devorado y a demás es generoso y nos invita de su plato. En este libro se guía con todos sus amuletos. Aunque llega a la médula, sabe que es carne y es el río. Todo importa; ningún color está de más; no hay hologramas que jueguen a morder los tímpanos ni los párpados. Si las imágenes nos parecen herméticas será por llevar en las manos la arena de países distintos. Pero, aún sin todas las lecturas pertinentes, el mecanismo, el laberinto se disfruta. Lo aparentemente inconexo funciona. Como las adivinaciones del buen tarotista, son pronósticos tirados al inconsciente para llegar a pensar en infinitivo.)

(Si es así
una fogata hay que hacer para seguir el ejemplo de las luciérnagas eternas.
Un hombre las cazaba y las metía en su boca
y era un hombre alumbrado y cruel
pero en su momento dio vida.)







(Mauro Hernandez Fuantos)

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