domingo, 26 de febrero de 2012

Iván Oñate/ Poeta visto por Salvador García






Vientre de Cabra

Iván Oñate: poesía de infierno y amor




Salvador García


Hablar de Iván Oñate (Ambatao, Ecuador, 1948) es hablar de una de las voces más importantes de la literatura en castellano. Con más de una docena de libros publicados, muchos de ellos traducidos a diversos idiomas, y con una carrera académica que lo ha llevado a impartir cátedra, conferencias y clases magistrales en múltiples universidades de Estados Unidos, México y Europa, el poeta ecuatoriano muestra una extraordinaria labor desde la palabra, donde el misterio, el dolor y la alegría del mundo pueden convivir sin menoscabo.
No hay casualidades en sus versos: el amor y la poesía comparten la misma alma. El amor y la poesía son reflejos del mismo enigma en el hombre. Así lo percibe Oñate y lo muestra de manera nítida en su obra La nada sagrada (Mayor Books, Ecuador, 2010), cuyo itinerario de viaje estará marcado por la presencia de Malcolm Lowry.
“El faro trae a la tormenta y la ilumina”, es el prefacio con el que abre el poemario. Por supuesto, la referencia no podría ser otra: Lowry. Para posteriormente regalarnos el primer apartado del libro donde la ideología y los parámetros literarios entre el autor inglés y el poeta ecuatoriano terminan por fusionarse hasta las entrañas. El primer capítulo se llama “La precisión del infierno”. Aquel lugar, oscuro y silencioso, donde tantas veces se perdió Lowry.
Pero el infierno nunca estará completo sin el amor. ¿Hace cuánto no se llora simplemente porque es necesario? Desde su palabra Oñate no desconoce los rincones oscuros y gélidos de ese amor que es nada, de ese amor que es todo en la nada y nada en la eternidad.

Toma al único enamorado que castigaron los dioses por un amor prohibido, prohibido como tan ingenuo y grotesco. Es así que la figura de Edipo le sirve para hablarle al viajero, al enamorado. ¿Qué enamorado no es viajero? ¿Hubieras preferido a Ulises? Claro, pero recuerda que Ulises, en tanto viajero, rehúye el canto de las sirenas y que no es el amor, si no un dulce, transgresor y consciente engaño para el que ama. En el poema titulado “Edipo” menciona:
“Viajero/ Tú que tantas preguntas/ acercaste a los dioses// Esta noche/ por fin/ algo te han respondido:// Aquel día/ de estremecida luz/ no entrabas en una mujer// Ingresabas a tu destino”. Pero si la mujer esa vista como ese destino, como ese viaje, inmediatamente el poeta expresa que el viaje ya lleva implícita la partida. En el poema “Posteridad” señala: “Cuando el rayo cese/ y ella parta/ nunca volverás a ser el mismo.// Enfermo de eternidad/ deambularás/ por entre los mortales de este mundo.// Asustados/ huirán de ti/ negándote espacio para una tumba”.
Infierno y amor se unen en La nada es sagrada. Esta nada como un desierto de palabras. La nada que es el todo, sin fin ni principio. Recordemos que para que algo se vuelva sagrado debe existir el sacrificio. Y qué más sacrificio que descender a los infiernos, como Lowry, como lo sugiere el propio Oñate. Qué más sacrificio que vivir en el infierno y descender al amor. Posiblemente la tumba de Lowry de la que nos habla el poeta no sea más que una continuación de esa nada que es el infierno, que es el amor.
salvadorgarci@yahoo.com.mx

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