(Koczys: Un minuto en la
tragedia de lo eterno:
Marco Fonz y el retrato
poético de las miradas cruzadas)
(Entrevista por Hugo
Galecio
Quito, febrero 2013)
(Encuentro al poeta Marco
Fonz en un café de la Plaza Foch y de inmediato comenzamos la
entrevista que en por momentos se vuelve una forma de reafirmar su
poética y en otros se convierte en un mapa de referencias y citas de
poetas y poéticas diferentes.)
(H.G.: Gracias por
aceptar la entrevista Marco. ¿Podrías platicar un poco sobre
Koczys?)
(M.F.: Gracias a ti
por interesarte en el poemario Koczys. Ese libro viene a ser mi
poemario número 24 publicado y es digamos un hermano gemelo del
poemario Ozyko que fue publicado en el año 2008 por Israél Miranda
en la colección Destos deme dos de la editorial Start/pro. Koczys es
un diálogo de miradas entre Jorge Ibargüengoitia y el poeta peruano
Manuel Scorza. Un minuto que pasa antes del accidente aéreo en el
que los dos pierden la vida. Imagino y comparto durante un minuto
turbulento los posibles diálogos y el juego de palabras, temas,
subjetividades y posibles futuros inexistentes que tienen los dos
escritores.)
(H.G.: Bueno ese el
el tema central que desarrollas, pero dentro del poemario vienen
otros temas, ¿No?)
(M.F.: Sí, el
diálogo de un minuto imaginario es digamos el tema central pero
dentro del cuerpo del poemario desarrollo otros temas como la parte
en que se despegan los versos de las azules piedras del lloro,
que son versos motivados por una anécdota que sucedió en Chihuahua,
un estado del norte de México, cuando un indígena rarámuri
pregunta: ¿cómo se llama la piedra que llora? Y la respuesta es: el
hielo. De esa imagen que considero un metalenguaje comencé a
escribir esos versos que incluyo como parte no integral de los otros
poemas, algo así como cuando creas un collage. Y en este caso
propongo un collage lingüístico y poético al “pegar” esos
otros versos y la parte que titulo, haciendo una paráfrasis, El
intento de suicidio como otra de las bellas artes.
Que consideraría son antipostales de un hecho que no se llega a
consumar. Y al unir esas tres partes en un solo poema queda como un
muro en el que puedes ver la pátina del tiempo y del espacio
sobrepuesto y sucio hasta cierto punto, la rareza imperfecta como
propuesta estética.)
(H.G.:
Pero así pareciera que estás ofreciendo versos inacabados o poemas
mal construidos.)
(M.F.:
Y creo que eso es el efecto que quiero desarrollar. Me interesa mucho
creer que los poemas o versos no se construyen de forma lineal, ni
lógica, ni de forma perfecta. No creo en el poemario perfecto. Creo
profundamente en la construcción de los versos de acuerdo a los
brincos del pensamiento y a la “alteración de los sentidos”
siguiendo esa misión que el Rimbaud nos dejó de tarea y que pocos
se atreven a vivir o a plasmar verdaderamente en los versos. No
exactamente construir la verdad en los poemas sino sugerir la
veracidad de los versos.)
(H.G.:
¿Pero entonces así nos estás ofreciendo poemas como una especie de
aforismos?)
(M.F.:
Tal vez, aunque el aforismo en realidad es muy difícil de construir
y que salga como un aforismo con todas sus pequeñas partes. Cioran o
Ramón Gómez de la Serna me parecen dos buenos ejemplos de un
escritor que desarrolla su arte aforístico de manera perfecta. Yo
mas bien lo que hago es una construcción casi en prosa de segundos
que pudieron haber vivido estos dos escritores y que me incluyo como
espectador fantasma y testigo espiritual. Puedo casi oír sus miradas
conversando en pleno terror durante un minuto completo antes del
accidente.)
(H.G.:
Todos los poemas los señalas con los segundos en número. ¿Por qué?)
(M.F.:
Los números son otra forma de escritura y aunque en este caso van
marcando cada segundo y lo que sucede y platican en ese segundo
también señalan la perfección del tiempo y del espacio cuando
estás cumpliendo cabalmente tu destino. Al animal humano, único
animal que se preocupa por el tiempo y el espacio y el único que lo
pierde a su gusto, llega como en ese minuto en equilibrio sobre el
abismo de la realidad en el que puede pasar toda tu vida frente a ti
o juegas pensando todo lo otro que pudo haber sucedido o que está
sucediendo de una forma acelerada y sin control. La muerte es esa
velocidad desbocada.)
(H.G.:
Escribes en el segundo:)
(00:00: 56 HRS.)
(Nacido de mi ir, así
he nacido. Loco terrenal y tierra de imagen. Respirar es la derrota
de cuando no se tiene cuerpo. Estoy en el D´yer Mak´er y no quiero
ya salir de aquí.)
(Más
que un poema parece una especie de acertijo o de enigma por resolver.
¿No te importa que no se entiendan tus poemas o lo que quieres decir
con ellos?)
(M.F.:
Dentro de los poemas juego como bien lo dices con casi una especie de
construcción de enigmas. Como los enigmas que escribió Sor Juana
Inés de la Cruz y que no tuvo tiempo de resolverlos por su muerte
prematura. Pero en realidad sí pienso en el lector, me interesa
mucho lo que lea y cómo lo lea. Pero creo que yo haría trampa si lo
escribo muy fácil. Y no es que yo quiera ser poeta hermético o
neobarroco. Pero lo hago con perfecta conciencia de que esa es la
estructura “difícil” que quiero proponer y desarrollar. Y para
más facilidad de lectura diré que muchos de los poemas sugieren una
serie de canciones o músicos que sería interesante que los lectores
investigaran sobre ellos. Y el por qué los sugiero en ese momento
exacto del poema. A veces el querer decir las cosas en un poema de
forma fácil hace que se pierda todo el misterio que creo debe llevar
el poema en alguna de sus orillas o centros.)
(H.G.:
Ahora, ¿el poemario termina entonces en el accidente de avión y la
muerte de los escritores? ¿No es demasiado para lo que estás
buscando poéticamente el desarrollar una anécdota tan clara y casi
histórica y realista?)
(M.F.:
Desarrollar algo real hasta el límite de la ficción es lo que hace
posible que surga de forma pura la poesía. ¿Cómo en un acto tan
común como un accidente aéreo puede haber poesía? Pues así tal
cuál, la muerte que llega a ser un lugar común se convierte en un
breviario de anécdotas y en una multiplicidad de posibilidades
reales o no reales dentro de algo que en verdad nunca sucedió. La
plática de miradas de estos dos escritores. La muerte de ambos es lo
único real de esa anécdota pero en el poemario no termina con la
muerte de ellos sino termina con el fantasma de Jorge Ibargüengoitia
hablando par sí mismo y por lo tanto para todos los lectores.)
(H.G.:
Así termina el poemario Koczys pero el libro termina con la parte
de: Un muchacho de sombra. Son doce poemas ¿verdad? Y totalmente en
otro tono y con otra temática. ¿Por qué incluirlo en este mismo
poemario?)
(M.F.:
Curiosamente ese poemario con el que termina Koczys es un inicio de
mi experimentación poética que yo llamo: La Poética de la
Inconexión. Y se me hizo maravilloso contemplar como de alguna
manera no estorbaba ni opacaba a la parte de Koczys. Son poemas en
los que practico de primera versión la poesía inconexa y que logran
de alguna manera sugerir la estética que vendrá después en mis
otros poemarios. Y te adelantaré que dentro de esta misma colección
de los libros publicados por Israél Miranda viene ya el último que
acompaña a los dos anteriores y se titula: Kardyo. Y en ese poemario
se verá más fielmente y claramente a lo que me refiero con la
Poética de la Inconexión. Esta propuesta poética viene gestándose
desde el 2006, y nace con la inquietud de “Crear una estética
personal” y no sólo repetir poéticas ya creadas. De alguna forma
seguir el consejo directo que da Baltasar Gracián cuando escribe:
“Fácil es adelantar lo comenzado; arduo el inventar.”)
(H.G.:
La voz que ocupas para “Un muchacho de sombra” es una voz
coloquial y casi podría decir antipoesía o la estética con la que
escribía Coronel Urtecho o Ernesto Cardenal. ¿Te sentirías
influenciado por ellos o por Nicanor Parra?)
(M.F.:
El poeta es el resultado de sus influencias. Eso es inevitable pero
es necesario hacer que esas influencias sean o estén situadas en la
mutación y no en la simple imitación. Si no existe esa pequeño
cambio que sugieras para tu propia voz, esa voz aunque con sonido
será voz prestada. Y espero que mis poemas de Un muchacho de sombra,
tengan su voz propia. No quiero decir que no se puedan encontrar en
algunos versos algunas influencias pero espero que la propuesta
estética propia pese más que las influencias. No sé si se logre.
Para mí por lo menos está el esfuerzo de cambiar lo dicho y el cómo
se dice. Ahora si no se logra el objetivo tampoco hay tanto problema
el cambio por lo menos estará dado por el intento.)
(H.G.:
“El problema con no querer decir algo / es que terminas
siempre diciendo algo. / Y no es lo mejor.”
¿Crees que el poeta siempre tiene otras cosas por decir y de
diferente forma?)
(M.F.:
Recordemos que la poesía es siempre lúdica y que en ese espacio de
juego el poeta es una pieza más y que esa pieza más siempre tendrá
la florida duda de que todo se puedo haber escrito mejor y de otra
forma. Creo en lo que dijo un poeta francés hace tiempo: “ el
poema nunca se termina sólo se abandona.” y ante ese abandono el
poeta no puede hacer nada, ni aún aunque haga algo más por el
poema. El poema siempre será un ser inacabado y creo que siempre
quedará la inquieta virtud de pensar que lo pudimos mejorar pero
casi nunca sucede ese arreglo entre el poeta y su poema.)
(H.G.:
Pues ahora sólo nos queda desear que esos inacabados poemas tuyos
tengan el lector que merecen porque si te puedo comentar esto eres un
poeta que merece ser leído y criticado en el buen sentido de la
crítica...)
(M.F.:
Y en el mal sentido también es válido...)
(H.G.:
Bueno sí, todo es válido pero en verdad que tu poemario Koczys
merece ser profundamente leído y comentado. Espero que con esta
entrevista generemos más espectativa y búsqueda de tu poemario
Koczys. Muchas gracias por tu atención y tiempo para esta
entrevista.)
(M.F.:
Gracias a ti y me imagino que uno al escribir un poemario ya está
lanzando una piedra sonora al universo, como un “la” universal. Y
me gusta pensar en los poemarios como seres individuales y muy a
parte del poeta. El otro día que estábamos esperando a un amigo en
la casa de la cultura, frente a mi esposa y a mí llegó un muchacho
con un libro, parecía que el muchacho también estaba esperando a
alguien y cuál fue nuestra sorpresa que el muchacho llevaba el
poemario Koczys y lo estaba leyendo y se veía muy interesado en él
pues ya iba por la mitad del libro. Y él nunca pensó o se imaginó
que el poeta que escribió el libro que llevaba estaba frente a él y
lo curioso es que para la poesía tampoco es necesario que el poeta
esté presente, con que los poemas sigan su propia luz es suficiente
para crear la mágica sustancia de la poesía. Muchas gracias por la
entrevista.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario