domingo, 24 de febrero de 2013

Marco Fonz y el retrato poético de las miradas cruzadas




(Koczys: Un minuto en la tragedia de lo eterno:
Marco Fonz y el retrato poético de las miradas cruzadas)

(Entrevista por Hugo Galecio
Quito, febrero 2013)

(Encuentro al poeta Marco Fonz en un café de la Plaza Foch y de inmediato comenzamos la entrevista que en por momentos se vuelve una forma de reafirmar su poética y en otros se convierte en un mapa de referencias y citas de poetas y poéticas diferentes.)

(H.G.: Gracias por aceptar la entrevista Marco. ¿Podrías platicar un poco sobre Koczys?)

(M.F.: Gracias a ti por interesarte en el poemario Koczys. Ese libro viene a ser mi poemario número 24 publicado y es digamos un hermano gemelo del poemario Ozyko que fue publicado en el año 2008 por Israél Miranda en la colección Destos deme dos de la editorial Start/pro. Koczys es un diálogo de miradas entre Jorge Ibargüengoitia y el poeta peruano Manuel Scorza. Un minuto que pasa antes del accidente aéreo en el que los dos pierden la vida. Imagino y comparto durante un minuto turbulento los posibles diálogos y el juego de palabras, temas, subjetividades y posibles futuros inexistentes que tienen los dos escritores.)

(H.G.: Bueno ese el el tema central que desarrollas, pero dentro del poemario vienen otros temas, ¿No?)

(M.F.: Sí, el diálogo de un minuto imaginario es digamos el tema central pero dentro del cuerpo del poemario desarrollo otros temas como la parte en que se despegan los versos de las azules piedras del lloro, que son versos motivados por una anécdota que sucedió en Chihuahua, un estado del norte de México, cuando un indígena rarámuri pregunta: ¿cómo se llama la piedra que llora? Y la respuesta es: el hielo. De esa imagen que considero un metalenguaje comencé a escribir esos versos que incluyo como parte no integral de los otros poemas, algo así como cuando creas un collage. Y en este caso propongo un collage lingüístico y poético al “pegar” esos otros versos y la parte que titulo, haciendo una paráfrasis, El intento de suicidio como otra de las bellas artes. Que consideraría son antipostales de un hecho que no se llega a consumar. Y al unir esas tres partes en un solo poema queda como un muro en el que puedes ver la pátina del tiempo y del espacio sobrepuesto y sucio hasta cierto punto, la rareza imperfecta como propuesta estética.)

(H.G.: Pero así pareciera que estás ofreciendo versos inacabados o poemas mal construidos.)

(M.F.: Y creo que eso es el efecto que quiero desarrollar. Me interesa mucho creer que los poemas o versos no se construyen de forma lineal, ni lógica, ni de forma perfecta. No creo en el poemario perfecto. Creo profundamente en la construcción de los versos de acuerdo a los brincos del pensamiento y a la “alteración de los sentidos” siguiendo esa misión que el Rimbaud nos dejó de tarea y que pocos se atreven a vivir o a plasmar verdaderamente en los versos. No exactamente construir la verdad en los poemas sino sugerir la veracidad de los versos.)

(H.G.: ¿Pero entonces así nos estás ofreciendo poemas como una especie de aforismos?)

(M.F.: Tal vez, aunque el aforismo en realidad es muy difícil de construir y que salga como un aforismo con todas sus pequeñas partes. Cioran o Ramón Gómez de la Serna me parecen dos buenos ejemplos de un escritor que desarrolla su arte aforístico de manera perfecta. Yo mas bien lo que hago es una construcción casi en prosa de segundos que pudieron haber vivido estos dos escritores y que me incluyo como espectador fantasma y testigo espiritual. Puedo casi oír sus miradas conversando en pleno terror durante un minuto completo antes del accidente.)

(H.G.: Todos los poemas los señalas con los segundos en número. ¿Por qué?)

(M.F.: Los números son otra forma de escritura y aunque en este caso van marcando cada segundo y lo que sucede y platican en ese segundo también señalan la perfección del tiempo y del espacio cuando estás cumpliendo cabalmente tu destino. Al animal humano, único animal que se preocupa por el tiempo y el espacio y el único que lo pierde a su gusto, llega como en ese minuto en equilibrio sobre el abismo de la realidad en el que puede pasar toda tu vida frente a ti o juegas pensando todo lo otro que pudo haber sucedido o que está sucediendo de una forma acelerada y sin control. La muerte es esa velocidad desbocada.)

(H.G.: Escribes en el segundo:)
(00:00: 56 HRS.)

(Nacido de mi ir, así he nacido. Loco terrenal y tierra de imagen. Respirar es la derrota de cuando no se tiene cuerpo. Estoy en el D´yer Mak´er y no quiero ya salir de aquí.)

(Más que un poema parece una especie de acertijo o de enigma por resolver. ¿No te importa que no se entiendan tus poemas o lo que quieres decir con ellos?)

(M.F.: Dentro de los poemas juego como bien lo dices con casi una especie de construcción de enigmas. Como los enigmas que escribió Sor Juana Inés de la Cruz y que no tuvo tiempo de resolverlos por su muerte prematura. Pero en realidad sí pienso en el lector, me interesa mucho lo que lea y cómo lo lea. Pero creo que yo haría trampa si lo escribo muy fácil. Y no es que yo quiera ser poeta hermético o neobarroco. Pero lo hago con perfecta conciencia de que esa es la estructura “difícil” que quiero proponer y desarrollar. Y para más facilidad de lectura diré que muchos de los poemas sugieren una serie de canciones o músicos que sería interesante que los lectores investigaran sobre ellos. Y el por qué los sugiero en ese momento exacto del poema. A veces el querer decir las cosas en un poema de forma fácil hace que se pierda todo el misterio que creo debe llevar el poema en alguna de sus orillas o centros.)

(H.G.: Ahora, ¿el poemario termina entonces en el accidente de avión y la muerte de los escritores? ¿No es demasiado para lo que estás buscando poéticamente el desarrollar una anécdota tan clara y casi histórica y realista?)

(M.F.: Desarrollar algo real hasta el límite de la ficción es lo que hace posible que surga de forma pura la poesía. ¿Cómo en un acto tan común como un accidente aéreo puede haber poesía? Pues así tal cuál, la muerte que llega a ser un lugar común se convierte en un breviario de anécdotas y en una multiplicidad de posibilidades reales o no reales dentro de algo que en verdad nunca sucedió. La plática de miradas de estos dos escritores. La muerte de ambos es lo único real de esa anécdota pero en el poemario no termina con la muerte de ellos sino termina con el fantasma de Jorge Ibargüengoitia hablando par sí mismo y por lo tanto para todos los lectores.)

(H.G.: Así termina el poemario Koczys pero el libro termina con la parte de: Un muchacho de sombra. Son doce poemas ¿verdad? Y totalmente en otro tono y con otra temática. ¿Por qué incluirlo en este mismo poemario?)

(M.F.: Curiosamente ese poemario con el que termina Koczys es un inicio de mi experimentación poética que yo llamo: La Poética de la Inconexión. Y se me hizo maravilloso contemplar como de alguna manera no estorbaba ni opacaba a la parte de Koczys. Son poemas en los que practico de primera versión la poesía inconexa y que logran de alguna manera sugerir la estética que vendrá después en mis otros poemarios. Y te adelantaré que dentro de esta misma colección de los libros publicados por Israél Miranda viene ya el último que acompaña a los dos anteriores y se titula: Kardyo. Y en ese poemario se verá más fielmente y claramente a lo que me refiero con la Poética de la Inconexión. Esta propuesta poética viene gestándose desde el 2006, y nace con la inquietud de “Crear una estética personal” y no sólo repetir poéticas ya creadas. De alguna forma seguir el consejo directo que da Baltasar Gracián cuando escribe: “Fácil es adelantar lo comenzado; arduo el inventar.”)

(H.G.: La voz que ocupas para “Un muchacho de sombra” es una voz coloquial y casi podría decir antipoesía o la estética con la que escribía Coronel Urtecho o Ernesto Cardenal. ¿Te sentirías influenciado por ellos o por Nicanor Parra?)

(M.F.: El poeta es el resultado de sus influencias. Eso es inevitable pero es necesario hacer que esas influencias sean o estén situadas en la mutación y no en la simple imitación. Si no existe esa pequeño cambio que sugieras para tu propia voz, esa voz aunque con sonido será voz prestada. Y espero que mis poemas de Un muchacho de sombra, tengan su voz propia. No quiero decir que no se puedan encontrar en algunos versos algunas influencias pero espero que la propuesta estética propia pese más que las influencias. No sé si se logre. Para mí por lo menos está el esfuerzo de cambiar lo dicho y el cómo se dice. Ahora si no se logra el objetivo tampoco hay tanto problema el cambio por lo menos estará dado por el intento.)


(H.G.: “El problema con no querer decir algo / es que terminas siempre diciendo algo. / Y no es lo mejor.” ¿Crees que el poeta siempre tiene otras cosas por decir y de diferente forma?)

(M.F.: Recordemos que la poesía es siempre lúdica y que en ese espacio de juego el poeta es una pieza más y que esa pieza más siempre tendrá la florida duda de que todo se puedo haber escrito mejor y de otra forma. Creo en lo que dijo un poeta francés hace tiempo: “ el poema nunca se termina sólo se abandona.” y ante ese abandono el poeta no puede hacer nada, ni aún aunque haga algo más por el poema. El poema siempre será un ser inacabado y creo que siempre quedará la inquieta virtud de pensar que lo pudimos mejorar pero casi nunca sucede ese arreglo entre el poeta y su poema.)

(H.G.: Pues ahora sólo nos queda desear que esos inacabados poemas tuyos tengan el lector que merecen porque si te puedo comentar esto eres un poeta que merece ser leído y criticado en el buen sentido de la crítica...)

(M.F.: Y en el mal sentido también es válido...)

(H.G.: Bueno sí, todo es válido pero en verdad que tu poemario Koczys merece ser profundamente leído y comentado. Espero que con esta entrevista generemos más espectativa y búsqueda de tu poemario Koczys. Muchas gracias por tu atención y tiempo para esta entrevista.)

(M.F.: Gracias a ti y me imagino que uno al escribir un poemario ya está lanzando una piedra sonora al universo, como un “la” universal. Y me gusta pensar en los poemarios como seres individuales y muy a parte del poeta. El otro día que estábamos esperando a un amigo en la casa de la cultura, frente a mi esposa y a mí llegó un muchacho con un libro, parecía que el muchacho también estaba esperando a alguien y cuál fue nuestra sorpresa que el muchacho llevaba el poemario Koczys y lo estaba leyendo y se veía muy interesado en él pues ya iba por la mitad del libro. Y él nunca pensó o se imaginó que el poeta que escribió el libro que llevaba estaba frente a él y lo curioso es que para la poesía tampoco es necesario que el poeta esté presente, con que los poemas sigan su propia luz es suficiente para crear la mágica sustancia de la poesía. Muchas gracias por la entrevista.)

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