jueves, 15 de diciembre de 2011

Adriano Rémura: Autonomía o del por qué hacer un proyecto civil





Autonomía o del por qué hacer un proyecto civil.



Versodestierro es un proyecto que tiene como propuesta el conflicto, y se ha cumplido cabalmente. Desde su creación ha generado controversias, y ha sido fuente de inspiración para nuevos proyectos, también con tendencias conflictivas. Versodestierro promueve la poesía a través de libros, plaquetes, separatas, carteles, volantes, una revista, lecturas, críticas, El Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero [este año en su quinta edición], el Semanario Deportivo de Poesía RING y su más reciente propuesta: I Premio Latinoamericano de Poesía Transgresora Verso Destierro. La poesía de poetas nuevos en México, no es de los principales géneros que consuman los lectores en las librerías (pues nadie, o casi nadie, va en busca de poetas desconocidos), por eso Versodestierro se ha dedicado a la difusión de mano en mano, y hasta la fecha (a siete años de su creación) Esta por llegar a los 90 libros publicados y 10 números de la revista del mismo nombre, en donde se han incluido también a poetas con trayectoria (que se han sumado a este trabajo) como Enrique González Rojo, Max Rojas, Raúl Renán y la fallecida Norma Bazúa, entre otros. Ha vendido más de 75 mil ejemplares. La poesía está viva en México y tiene con qué meter las manos. Versos de filo y belleza variable. Versodestierro es una editorial especializada en poesía, dan cuenta de ello sus 8 diferentes colecciones, próximamente se unirá una 9ª colección de poesía para niños bajo la poética de esta editorial, colecciones en donde los contenidos y formatos del libro son trascendentes para una lectura diversa. Paralelo a la poesía se edita cuento, novela, minificción y ensayo. Versodestierro también investiga en cuanto a la producción, distribución y discusión del panorama poético, principalmente de las diversas poéticas asentadas, dentro o fuera de una corriente. Localizar poetas de otras tradiciones, excluidos del marco histórico en la literatura mexicana, como también de autores que en la actualidad estén generando una obra no sólo escrita con oficio, sino con hondura intelectual, reflexión crítica y propuesta estética. Ejemplo de lo anterior es el libro Cuarenta Barcos en Guerra, Antología de Poesía y sus Editoriales. El proyecto ha sido aceptado tanto por cafeteros, como por promotores culturales y otros sectores (con la intensión de que si el lector no va a la poesía, la poesía vaya al lector).

La poesía en México se ha arraigado en la idea de "una tradición". La mayoría de las sociedades se han generado en la idea de una tradición, como en la idea de un origen humano del cual devenimos todos. Sin embargo el mundo no es una humanidad, sino una serie de variantes, siendo exactos, un mundo de posibilidades o posibles variaciones. Son muchos mundos; deltas de un mismo río que se traducen en nuevos ríos, nuevas formas de ser y hacer, según el contexto, la época y la geografía. Esta es la idea que mueve la evolución: la capacidad de transformarse. Por el otro lado está el pensamiento (que hasta ahora ha sido el que rige nuestras acciones) de la permanencia sea de la forma que sea.

Estamos todavía en la época de los apegos. La idea de hogar y trabajo obedece a un orden de rango y escalonamiento dentro de organismos incompatibles a los individuos. La individualidad se convierte en una "paso a seguir", en una réplica de un ser que debería ser esto o aquello para realizarse. Y aunque halla otros medios de realización (y realidad), otras posibilidades del ser; son reprobadas por el halo mental que rige todavía el mundo social que nos determina y absorbe. Esa ha sido la lógica, y esta ha provocado una crisis editorial, en la cual, es lamentable, que incluso proyectos contraculturales terminen siendo financiados por el Estado. Y no porque asumamos que los apoyos "no sean necesarios" o porque pensemos "que no hay una responsabilidad del Estado en promover la cultura". No. Sino porque la naturaleza de la ideas obedece a una ética y una lógica operativa. Esto quiere decir: que en la contradicción obedecemos solamente al apego, y no al desarrollo. ¿Hasta qué grado los proyectos literarios, culturales que prevalecen ahora no son corrientes de un mismo delta? ¿Y de qué forma se dan posibilidades al ser cultural de diversificarse, de crearse una identidad? Se piensa que porque hay muchas publicaciones (que aun así son pocas), hay muchas opciones, y no es así. Lo que hay es una tendencia a hacer la misma revista o a editar a los mismos autores rentables que son inversiones seguras bajo el confort de no arriesgarse a otras posibilidades estéticas, la apuesta altenativa es difundir a un autor que se circula y se vende per se. Nos encontramos con fórmulas prescritas de lo que se supone es una revista. Y vemos que se materializa una y otra vez. Se habla de proyectos independientes, cuando en realidad dependen de una ideología reciclada, y por otra parte, tampoco son capaces de generar una posibilidad de supervivencia propia. Pensar en esto para la mayoría resulta "utópico". Cómo "sobrevivir" sin las becas (los apoyos) que da tal o cual institución. ¿Cómo sobrevivir de mi poesía: de mi trabajo como poeta, como editor? La respuesta para la mayoría han sido los talleres, las conferencias o las plazas. Estamos hablando de que la cultura se convierte en una rama del Estado. Lo cual tampoco es una deshonra, sino una incongruencia de quienes se auto-nombran Independientes cuando en realidad son proyectos alternativos, variaciones del catalogo de escritores del conaculta La libertad está sujeta a la decisión del individuo (del artista en este caso) . Pero las opciones creadas son nulas porque el mismo artista devalúa su trabajo pensando que si las instituciones no lo apoyan, esto quiere decir que su trabajo no vale nada. Se piensa que las opciones son las que hay, y si no se elige una de estas, quedas fuera de la lógica cultural del país. Cuando se crea una nueva opción, lo que procede en el pensamiento general, es el acto de aparentar como si esa otra opción no existiera, o fuese una posición "inferior" de enfrentar la realidad, surge el ninguneo o el indiferentismo. Por ejemplo, cuando se propone variar tanto los contenidos como los conceptos editoriales, y generar medios alternos de distribución y promoción (como venta de mano en mano y la libre circulación en todos los espacios culturales, o no culturales) la actitud, ante esta posibilidad de promulgar la cultura de una manera "personal", es la subestimación. Pareciere que el pensamiento lógico siguiese la idea de que una forma prescrita de enfrentar la realidad es superior a una todavía no efectuada. La posibilidad se presenta entonces como un error, si lo decimos más claramente.
Este ha sido el punto por el cual los proyectos no sobreviven. Los que no han seguido la fórmula creada, han sucumbido. Los demás han aprendido a acoplarse, a moverse en el fuego. El costo: su autonomía. Su individualidad. Con individualidad y autonomía nos referimos a la capacidad de un ser autogestivo, que sea en sí mismo una posibilidad en el mundo editorial, de fondo sería encontrar y proponer una estética y una poética, propias. Las preguntas son: "Hoy en día, ¿qué proyecto es capaz de sobrevivir y crecer sin el apoyo del Estado?, y ¿qué proyecto es capaz de sobrevivir cuando termina el apoyo del Estado?". El que levante la mano es porque ha engendrado la posibilidad del desapego. Una vez trascendida esa parte, ese conflicto medular, el complejo de los de arriba y los de abajo es lo de menos. Entonces, efectivamente, se generaría una igualdad, una posibilidad de confrontación creativa y sobre todo de cooperación. A fin de cuentas la idea de independencia es un acto primario de destetamiento; después lo único que deriva es la autonomía, la cual se enfrentará a todos los avatares de la existencia misma como ser, y de la cual puede generarse una opción posible; una alternativa sólo visible para quien de algún modo ha realizado ese mismo proceso, y que como un ser de igualdad, entrará y saldrá de este espacio con posibles variantes para sus propias acciones. Es ahí donde se gesta la verdadera confrontación de ideas y valores, generando fluidez, agilidad, al agua estancada de la mente. La aparente calma de la tolerancia (en la que se supone vivimos) lleva a fin de cuentas al encubrimiento, a la complicidad e imponderablemente a su explosión. La tolerancia real es la plenitud de la razón en conflicto, y no la sujeción al dogma, al ideal o a la verdad absurda. En concreto, la incertidumbre (como un proceso generativo de realidades) es el alimento de lo posible.

Entonces, ¿cómo vivir de la poesía? ¿Cómo hacer real aquella idea expresada por Luis Rius, en la que el poeta pueda vivir de su trabajo? Algunos piensan el camino es auspiciarse en los grandes nombres de la literatura. Los cuales mucha gente ha escuchado, pero muy poca realmente conoce. Esas son lecturas primeras que garantizan un público expectante. Otros plantean un núcleo, y a partir de un mito en torno a este, generan una nueva idea de grandeza; un rumbo total para la poesía. Esto basado también en la estructura misma de competencia por los recursos que se lanzan para que los artistas se lancen al anzuelo. Las cubetas de pescados son pocas. Pero el hambre es mucha, y el que sobrevive es el más apto, y que los otros se dediquen a otra cosa. Los más aptos hasta ahora han sido los poetas que conocemos. Todavía ahora se mide en preguntas como "¿quién es el mejor poeta vivo de México?" o "¿quién es el mejor poeta de tal o cual generación". El título de "El mejor" es el obsequio que se le da al poeta más poderoso. La poesía por otro lado queda en un lado secundario. El poeta político vive de lo que gana como político y no como poeta: la premisa de que la poesía sea la fuente de vida para el creador sigue siendo utópica. La poesía se vuelve o se traduce en alimento comercial, y los únicos poetas que pueden comer de su obra, son los poetas que ya están muertos. Shakespeare, Cervantes, Neruda, Pessoa. ¿Cómo viviría un poeta vivo de su obra? En principio habría que desmitificar la idea de que las librerías son el centro de los libros y perder el miedo a publicar en editoriales pequeñas (puesto que todo artista piensa que su obra debe ser publicada por editoriales de prestigio, pues de otra forma nadie creería que su obra es buena) y también generar medios alternos de difusión como sitios para la promoción y la venta, donde participen activamente los integrantes del proyecto editorial y puedan exponerlo a los posibles lectores, puesto que a falta de conocimiento de ¿qué son estas publicaciones? es que se quedan empolvadas en las librerías. Difundir de mano en mano, como es la estrategia de Versodestierro, borra de entrada al mediador, la librería, y pone en igual condición al lector, al escritor y al editor, el libro se materializa en vínculo y no en un estrado, un objeto de poder, en donde se monta el escritor para diferenciarse y ser superior al lector. Para Versodestierro las librerías han sido estrategias secundarias a la distribución de mano en mano, en lecturas, encuentros, ferias o en la calle.
Por otro lado se apuesta por buscar el apoyo de otros sectores, la poesía es un arma seductora para los cafés, restaurantes, museos, teatros, plazas, casas de cultura, incluso bares, cantinas y asociaciones civiles O el apoyo mismo de los lectores, adquiriendo estos productos exóticos, o de los poetas que, por qué no, también podrían promover su obra y la de otros, sin temor a los snobs o elitistas. De esta forma se generaría un sistema activo de difusión, un sistema en el que la poesía alcanzaría al lector en los lugares donde se "esconde". Sobre esto, como propuesta, Versodestierro se ha esforzado en llevar la poesía de mano en mano por las calles. Y también de boca en boca aunque se piense que la tradición oral quedó allá con los griegos, con los hombres medievales, y en las comunidades marginadas actuales del mundo. Y en esto el papel de los poetas editores ha sido sustancial.

Enfrentarse a un comercio, que en teoría, obedece a un orden de igualdad, no es real porque existe (como en cualquier rubro) el monopolio que sujeta la ley a sus necesidades generadas de permanencia. Los demás entes comerciales, pequeños, micros, minis, o la próxima eclosión del mercado digital, se pelean entre sí el banquete de las sobras. El comercio macro dicta el punto de partida. La poesía obedece al marco mini del comercio. Y aunque su naturaleza, su lógica ética no es sujetarse a este, en su mayoría los editores miniempresariales tienden a reproducir el esquema, o sujetarse a este. La reproducción de este sistema no sólo es desde el núcleo editorial, sino también del poético, la mayoría de las veces. También la sentencia publicitaria u otros elementos del entorno comercial (al igual que los marcos bélicos) se integran al discurso poético de las productoras de la poesía. Su medio de difusión por otra parte está sujeto a los tiros cortos que se mueven en baja escala en librerías nacionales, que son contadas con los dedos y que restan un amplio porcentaje en la venta del libro. Producen varios títulos bajo ese precepto, regularmente de autores ya prestigiados buscando el reconocimiento editorial del medio más alto, y en otras ocasiones poetas extrajeros. En México la literatura está muy marcada por este procedimiento. La legitimización a partir de anexarse a proyectos ya formados, o a escritores de un prestigio ya sólido. En este sentido la difusión se vuelve un verdadero reto. Fuera de los núcleos poéticos, es casi imposible la difusión de la poesía, e incluso los núcleos mismos tienden a limitar el acceso de otras posibilidades.

Tratando de fracturar este esquema, Versodestierro no generó un núcleo, sino un portal, espacio de conflicto para poetas inéditos o poco conocidos, dar al lector una idea del fenómeno ideológico que refleja su poesía y confrontar la postura de diversos artistas pretéritos que han dejado pautas en el arte. Se han agotado ediciones enteras, tanto de la revista como de los libros y otras publicaciones. Mediante sus ventas se han generado recursos y medios suficientes como para publicar más libros. La circulación de mano en mano ha sido el principio de un cause para complementar el medio convencional de venta (o promoción) de materiales de poesía. Se ha argumentado lo poco elegante que es ofrecerle a alguien en un café, o en un vagón, en un camión, un libro de poesía. Si fuésemos millonarios muchos de nosotros, quizá pondríamos a circular en la ciudad elegantes transportes que fueran regalando a precios casi invisibles, excelentes libros de poetas y pintores y dibujantes nuevos; pondríamos espectaculares con poesía. A lo largo del periférico entero se podría leer poesía nueva, y en la televisión la poesía de reciente creación aparecería en las series, en los noticiarios, en las mesas de discusión. (Pero si fuéramos magnates millonarios hacer algo así iría en contra de nuestra naturaleza, o de nuestros intereses, si lo vemos más claro). Sin embargo, la realidad es y ante ella los individuos (los poetas) toman una decisión, entre las dos opciones que tienen enfrente. La pregunta sería: ¿en qué momento empezará el poeta a crear su realidad? Para nosotros la decisión de independencia representa una opción de autonomía. Una decisión de desapego. Lo que alcanzamos a ver es que el río se quedó atrás, y que nosotros apenas somos una minúscula brecha que empieza a dibujar su delta fuera del río, y que es por ahí en donde correrá el agua para el beneplácito de los lectores.


Adriano Rémura
2006